7.7.10

Menos dos alas


A veces me llaman “piquito de oro”, otras veces me dicen que lo que escribo hace las delicias de todos los que me leen y otras que soy Don Quijote aspirando a caballero olvidándome de que sólo de hidalgo algo ingeniosa y poco más.

Todos estos “títulos honoríficos” que amigos y lectores me han ido profiriendo a lo largo de estos tres años que llevo de voluntaria en el Hogar van a dar un vuelco ahora ya que no hay palabras suficientes para que yo cuente como ha sido mi historia con Isis.

Decía mi abuela que es de bien nacido ser agradecido, por lo que comenzaré con los agradecimientos para luego deciros que sí, que por fin aunque la dicha no sea buena no nos deja a ninguna en desdicha, y sobre el papel y oficialmente la Isis es mía y yo, nunca dejé de ser suya.

El primer agradecimiento es a Nuria de la perrera del Cicam por advertirme antes de irme que había una perrita negra de ojos color caramelo a la que iban a sacrificar.

El segundo agradecimiento es a la dueña del Cicam por su indiferencia más absoluta entre matarla o no, lo que nos llevó a la decisión acertada.

El tercer agradecimiento es a la “no-familia” de Isis que decidieron regalarla a un cazador, quien posteriormente la abandonó y sólo ella sabe qué cosas más; y que al reclamarla desde el Cicam con su pata rota no quisieron hacerse cargo. Hete aquí un ejemplo de cómo la negligencia de algunas personas puede transformarse en la alegría de otras.

El cuarto agradecimiento es a Elena quien me animó-como sólo ella sabe en las aventuras más locas- a rescatarla y quedarnosla. Nunca un “tranquila prima que te ayudamos nosotras” fue tan reconfortante.

El quinto es para Almudena que aunque ya no forme parte del Hogar abrió sus puertas a la Isis antes de su operación.

El sexto va por el artista que hizo de su pata el cuadro pintoresco de Picasso que ahora es, algo cubista pero perfecto: Angel Soutullo.

El séptimo es para Pablo. Dos años nos has regalado a las dos y jamás te estaré suficientemente agradecida.

El octavo es para Patricia quien me llamó cuando otra familia se la quería llevar para darle mucho amor y mucho cariño. Ellos simplemente no sabían que yo le puedo y le voy a dar más.

El noveno es para Tresa que me tuvo una hora al teléfono para decirme lo mala adoptante que podría ser sino conseguía trabajo y un lugar para vivir.

El décimo es para ella.

Cuando escribí mi artículo sobre la perrera llamado “Ángeles desahuciados” nunca imaginé que uno de ellos se convertiría en algo tan especial, en tanta familia para mí. No es porque sea obediente, lista, sensata, cariñosa, juguetona y buena. No es porque al correr te entre la risa al verla tan desgarbada, tan…dibujo animado.

No es porque cuando lloras se come a besos todas tus lágrimas en la única manera que tiene de consolarte.

Es porque ese ángel menos dos alas ahora soy yo , que las uso para volar más y mejor y encontrar la manera de que estemos juntas las dos.


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